Decía Klopp que le impactaba como Luis Díaz sonreía siempre, por lo bueno y lo malo, con esa felicidad que no cabe en el cuerpo de quien hace sus sueños realidad. Y así, tal cual, está sonriendo su equipo.
En un partidazo de Champions League, Liverpool superó con mucha autoridad a una versión gris y remendada de Real Madrid, que no llegó a poner en riesgo nunca la victoria 2-0, esa que encumbra a los 'reds' en la punta de la tabla en Europa y es gasolina pura para lo que viene en Premier League.
Mucho respeto, poca osadía
El arranque de Díaz era densidad pura, una lucha para tratar de salir de una marca bien escalonada del visitante y obligándolo a ir más hacia la mitad.
Lo bueno es que su amigo Darwin Núñez parecía en su noche, ganando los duelos, peleando con el intenso joven Asencio y contando dos buenas aproximaciones, una que le sacaron de la raya y otra más, a los 22 minutos, cuando se lo perdió frente a Courtois, llegando demasiado forzado junto al 7.
Después eran dos rivales que se respetaban al máximo, que no tomaban ningún riesgo, especialmente el Madrid, con sus once hombres detrás de la línea del medio campo. El duelo entre Bradley y Mbappé lo ganaba en el arranque el chico de los 'reds', que aplaudían a rabiar en Anfield.
Otra vez lo tendría Núñez en un lindo pase de Mac Allister que quiso dejarle el uruguayo a Lucho pero le salía abierta, y acto seguido el colombiano aparecía por primera vez libre y en el mano a mano, cuando quería bañar al gigante Courtois, perdía. En honor a la verdad, lo merecía más el local pero era más bien poco lo que se ofrecía para tan alta expectativa.
Mac Allister hizo justicia
El complemento partía con un plan idéntico: Real Madrid refugiado y aislando de paso a Mbappé, que firmaba otro partido más de gris balance en Champions, y Liverpool con líneas adelantadas y constantes cambios de frente, que llegaba otra vez con un pase con peligro para probar al buen Courtois.
Hasta que se hizo justicia: a los 51 minutos, Mac Allister se cansó de habilitar a los suyos y fue, usando a Bradley de pivote, para meter un remate muy cruzado que pro venció al arquero belga, lo rescatable del discreto y remendado equipo de Ancelotti.
Pero el Champions Team, el Real Madrid, saca siempre un conejo del sombrero en esta competición y esta vez fue un penalti que fabricó Mbappé y que pidió él, sin imaginar que Kelleher tenía la contra para el hechizo y de puro instinto -y brazos largos-- le negó el empate al discreto francés. La pesadilla continuaba para él.
Y de la manera más insólito, en el área de en frente se repitió la película: falta en el área a Salah, se paró frente a la pelota el egipcio e increíblemente la tiró desviada. Increíble.
Por fortuna para Liverpool vino del banquillo el gol de la calma: Gakpo apareció en entre los centrales del Madrid y de cabeza se apuntó un golazo para el 2-0.
Quiso Díaz juntándose con Salah y luego con el fantástico chico Bradley, en modo número 9 tras la llegada del neerlandés, y fue más gravitante, aunque no llegó a anotar. Tuvo incluso el tercero sobre el cierre tras una jugada de un control divino para matar la pelota y al intentar superar a Courtois le ganó, de puro espigado, otra vez el belga. Iba a ser un golazo.
Y así mantuvo su velocidad de crucero Liverpool, super líder de la Champions League con 15 puntos (2 más que Inter y 3 más que Barcelona) y va pleno de motivación al cruce de Premier League contra Manchester City, que viene maltratado por Feyenoord. Sonríe Díaz, sonríen todos en Anfield.
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