Jordi Blanco20 de may, 2025, 08:13 ET
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Un obús de Ronald Koeman, en Wembley, el 20 de mayo de 1992, regaló al Barça su primera Copa de Europa
BARCELONA -- El Barcelona conmemora este 20 de mayo los 33 años de una tarde inolvidable en Wembley, el viejo estadio en el que en 1992 conquistó su primera Copa de Europa. La última bajo esa denominación antes de llamarse Champions League.
El obús de Ronald Koeman, en ese legendario minuto 111, acabó con la resistencia de una Sampdoria, entonces grande y hoy derrumbada en la tercera categoría del futbol italiano, a la que ya había vencido tres años antes en la Final de la Recopa (primer trofeo europeo bajo la dirección de John Cruyff).
Laudrup celebra el título junto a Ronald Koeman Getty Images
Más de 25 mil aficionados azulgranas se desplazaron a Londres acompañando al Dream Team, aún peleando por ganar una Liga que en ese momento se dibujaba blanca (se lograría en la última jornada gracias al tropiezo merengue en Tenerife) y suspirando por dejar atrás el mal fario en esta competición, que seis años antes había provocado el desastre de Sevilla en 1986, en la que había sido su segunda Final perdida del máximo torneo continental.
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El Barça se clasificó para la Final después de eliminar consecutivamente a Hansa Rostock y Kaiserslautern (gracias a un milagroso gol del inolvidable José Mari Bakero en el último suspiro), y superar en la liguilla entonces definitiva a Sparta Praga, Benfica y Dinamo de Kiev.
La Sampdoria entrenada por Vujadin Boskov llegó a la cita tras eliminar a Rosenborg, Honved Budapest y ganar la liguilla a Estrella Roja, Panathinaikos y Anderlecht, en un torneo que nada tiene que ver con el actual puesto que solo participaban entonces los campeones de Liga de cada país.
En Wembley, la leyenda del 'Salid y disfrutad' que pasó a la historia como frase de Cruyff antes de comenzar el partido (algo que muchos protagonistas han desmentido se produjera) dio paso a un encuentro mucho menos brillante de lo que pueda pensarse. Zubizarreta en una portería y Pagliuca en la otra salvaron hasta tres remates de gol a Vialli, Mancini y Julio Salinas (titular por sorpresa) y el poste negó la diana a Stoichkov, hasta llegar a la prórroga y explotar una guerra de nervios.
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Ya en la segunda parte una falta forzada por Eusebio en la frontal del área desembocó en el gol histórico. Sin ensayo previo, Bakero tocó levemente el balón, lo pisó Stoichkov y Koeman lanzó un obus recto, ajustado al poste donde esperaba Pagliuca, quien intuyendo una rosca dio un paso al lado y fue incapaz de reaccionar a tiempo.
El gol desencadenó la euforia azulgrana y dio paso a un final apoteósico en el que el Barça conquistó la eternidad, por fin, en plena era futbolística del Dream Team, que al cabo de 18 días reeditó su título de Liga en plena borrachera de felicidad gracias a su victoria definitiva sobre el Athletic Bilbao... y la impensable derrota del Real Madrid, que dependiendo de sí mismo perdió en Tenerife por 3-2 tras ir ganando por 0-2.
Se cumplen 33 años de aquella jornada inolvidable. Cuando el Barça, por fin, inscribió su nombre entre los grandes de Europa, que repetiría en otras cuatro ocasiones (2006, 2009, 2011 y 2015) y que hoy, en plena alegría recuperada bajo el mando de Hansi Flick, suspira con volver a disfrutar.