20 minutos eléctricos precisó el Madrid para sentenciar su triunfo sobre el Borussia, con un final enloquecedor antes de citarse con el PSG en las semifinales
El Real Madrid acelera a medida que pasan los partidos en el Mundial de Clubs y ya se plantó en las semifinales, gustando de entrada para sentenciar a un impotente Borussia Dortmund en solo 20 minutos eléctricos y rebajando su ánimo después, sin acabar de redondear un triunfo sabido muy pronto y que, casi, se pudo poner en duda al final.
3-2 final en un partido que habría sido normal el 2-0. Gonzalo y Fran García. Juego y superioridad merengue, brillantez, calma... Hasta lo del final. El 2-1 de Beier en el minutos 92, el 3-1, golazo, de Mbappé en el 94, el penalti transformado por Guirassy en el 98 (expulsado Huijsen)... Y el paradón final de Courtois para evitar una prórroga que sin ser justa habría castigado el descenso global de un Madrid que pasó por todos los estados posibles.
Kylian Mbappé anotó el tercer gol del Madrid. EFE/Angel Colmenares
El miércoles, otra vez en el MetLife de New Jersey, se citará tres años después de su último cara a cara con el PSG, con Mbappé está vez de merengue y Luis Enrique en el banquillo rival, en lo que será, se supone, un examen ya de primer nivel que hasta el momento no ha tenido que enfrentar el equipo de Xabi Alonso.
Buenas sensaciones: la presión arriba del inicio, la rapidez en la combinación, el atrevimiento del aprendiz Gonzalo, la dirección de Xabi Alonso y el pragmatismo del entrenador vasco, nada preocupado en defender con seis jugadores en una primera línea frente a un ataque estático rival.
Datos preocupantes: Falta de continuidad, Vinícius, descenso de intensidad y cierta pérdida en el juego colectivo. Y un sufrimiento innecesario.
Entre unas y otras cosas, sin embargo, al Madrid le bastó para llevarse la victoria. Un simple aviso del Dortmund a los cuatro minutos bastó para que Xabi Alonso mandase espabilar a los suyos y la presión asfixiante en la salida de balón rival hizo el resto.
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Destacó Fran García, dispuesto a ganarse la banda izquierda, asistiendo al cuarto gol de Gonzalo en el torneo (colocación estupenda y remate magnífico) primero y anotando el 2-0 después, acudiendo por sorpresa a rematar un centro de Trent Alexander Arnold, muy lejos aún de la versión que espera el madridismo de él.
Se gustó a ratos Arda Güler, se mostró intratable Huijsen y gritó Gonzalo, bestial a la hora de aprovechar los problemas de Mbappé. Máximo goleador del Mundial dejó casi en la invisibilidad a Rodrygo, cuyo futuro en el club puede darse por dudoso.
No es dudoso lo que pretende el nuevo entrenador. Un Real Madrid distinto, se espera, más protagonista con el balón y menos reactivo al plan de los rivales. Tiene trabajo por delante, desde luego, aunque sin prisa pero sin pausa ya sacó billete, sin más, para jugar la semifinal del Mundial, convertido todo lo que ocurrió en el tiempo añadido en una anécdota.
Una anécdota, eso sí, que debería hacer pensar a Xabi Alonso porque la semifinal del miércoles no permitirá regalos de ningún tipo.
Ahí espera el PSG de Luis Enrique. Palabras mayores, tanto por el equipo como por el entrenador, un personaje, sabido es de sobras, especialmente antipático para el madridismo.