Jordi Blanco9 de jul, 2025, 17:38 ET
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Goleado sin discusión. Aplastado al principio y destrozado al final, el Real Madrid fue un juguete a manos de un PSG tan soberbio como inalcazable
El Real Madrid es un proyecto que comienza a andar y el PSG es un proyecto consolidado. Consolidado, ganador y, hoy por hoy, inalcanzable para el nuevo equipo de Xabi Alonso. Si, encima, su pareja de centrales se dedica a regalar goles... No hay mucho más que discutir. El campeón de Europa jugará la final del Mundial tras sentenciar al Real por 4-0. Sin más.
La presencia tan esperada de Kylian Mbappé, prácticamente pasó inadvertida en la Semifinal del Mundial de Clubes entre PSG y Real Madrid. JUSTIN LANE/EPA
Fue un resultado inapelable, una goleada a medio gas que no fue mayor gracias a Courtois pero que desnudó las carencias de un Madrid que mucho deberá mejorar en cuanto al rendimiento defensivo si pretende olvidar el fiasco del último curso de Carlo Ancelotti. Sancionado Huijsen, el regreso de Asencio a la titularidad fue un drama y a su lado Rudiger también completó el mayor de los ridículos.
A los cuatro minutos Courtois había evitado ya dos goles, uno bestial rechazando a quemarropa el remate franco de Nuno Mendes que no hacía otra cosa que avisar de lo que venía. Luis Enrique avisó en la prevía de la motivación especial que siente cuando se enfrenta al Madrid y, desde luego, supo trasladar ese mensaje a sus jugadores, que mordían en cada jugada mientras los jugadores de Xabi Alonso apenas sin deambulaban por el césped.
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Asencio le regaló un balón a Dembélé, espantoso, que acabó con el 1-0 de Fabián y poco después Rudiger hizo el mayor de los ridiculos regalando la pelota a Dembélé, que no perdonó. 2-0 en nueve minutos, con cuatro remates del PSG y ninguno de un Madrid que, simplemente, no existía.
El baile parisino fue durante la primera parte monumental. Mbappé no dio apenas señales de vida, Gonzalo ni apareció y Vinicius fue invisible. Sin más. Tampoco se mostró Bellingham ni Tchouaméni, más que para dar una patada sin sentido... Y al bueno de Güler no le alcanzaba su papel solitario ante un mediocampo donde entre Fabián, Vitinha y Joao Neves le hacían lo que querían.
Atrás tuvo incluso fortuna el equipo merengue porque Kvaratskhelia no tuvo precisamente su actuación más destacable y Fran García no se sumó a los desastres de Asencio y Rudiger. Pero eso no evitó que antes de llegarse a los 25 minutos Fabián lograse su doblete y enterrase cualquier esperanza de remontada.
## UN REAL MADRID SIN OPCIÓN
¿Remontada? Ni por asomo. El Madrid había sido un juguete a manos de un gigante que no tuvo que apretar el acelerador a tope y que tras el descanso rebajó las revoluciones. Pero que siguió dominando tal como quiso.
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El Madrid no tuvo opción de remontar primero ni de lavar su imagen en el marcador depués porque estuvo siempre más cerca un cuarto gol del PSG que uno merengue, salvado del ridículo por las ganas de gustarse de los rivales que les hizo caer hasta en tres fueras de juego por falta de atención.
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Pero tenía que pasar. La superioridad del campeón de Europa fue en todo momento tan insultante que ese 3-0 se entendía un pequeño perdón para el Madrid, así que el equipo de Luis Enrique se metió en la final con el tercer 4-0 que logra en el campeonato, después de estrenarse con ese resultado contra el Atlético, repetir en los octavos de final ante el Inter Miami y sentenciar Gonçalo Ramos la goleada.
Un PSG gigantesco y un Madrid minúsculo. Sin más