Alonso se enfrenta a su desafío táctico más complejo hasta la fecha. Sin compañeros naturales para Rüdiger, debe improvisar para enfrentar a rivales de élite, poniendo en riesgo el equilibrio del equipo.
La solución más probable es situar a un centrocampista en el corazón de la defensa. Aurélien Tchouaméni ha jugado allí antes, pero sacarlo del mediocampo lo priva de su rol como recuperador principal. Además, el francés no está completamente cómodo con las sutilezas posicionales de la última línea, lo que representa un riesgo considerable. Otra opción sería usar a Federico Valverde en un papel defensivo más profundo, sacrificando su energía y capacidad de generar peligro en ataque.
Según los informes, el cuerpo técnico podría verse obligado a montar una defensa tipo “Frankenstein”, quizá alineando al joven Raúl Asencio junto a Rüdiger. La falta de cohesión es el mayor temor: una defensa que nunca ha jugado junta depende de comunicación que aún no se ha desarrollado, y en partidos de alto nivel, cualquier error o descoordinación puede costar un gol decisivo.