El supuesto interés saudí llega en el contexto de la crisis financiera de años de Barcelona, que ha obligado al club a tomar medidas drásticas. La pesada deuda de la era de Josep Maria Bartomeu (que terminó en 2020), una masa salarial récord y el colapso de ingresos por la COVID-19 colectivamente paralizaron la capacidad del club para operar con normalidad. Estas presiones financieras desencadenaron luchas de registro bien documentadas bajo las reglas del límite salarial de La Liga, forzando al club a retrasar fichajes, renegociar contratos y activar múltiples 'palancas económicas' para seguir siendo competitivo.
A pesar de las garantías del presidente Joan Laporta de que el club se está estabilizando, el Barcelona todavía enfrenta enormes obligaciones de deuda, incluyendo la estructura de reembolso a largo plazo del préstamo para la remodelación del estadio Espai Barca (Camp Nou, el campo de entrenamiento del club y área circundante). Los controles financieros de La Liga continúan restringiendo la flexibilidad, lo que significa que el club debe maniobrar constantemente para equilibrar las demandas de registro con las ambiciones de construcción de la plantilla.
Al mismo tiempo, la expansión futbolística de Arabia Saudita ha alcanzado niveles sin precedentes, con el Príncipe Heredero dirigiendo vastas inversiones en la Liga Profesional Saudí, transferencias de alto perfil y adquisiciones mayores de clubes. La magnitud de una propuesta para el Barcelona encaja con la estrategia más amplia de Visión 2030, que busca diversificar la economía del reino y utilizar el fútbol como una herramienta de poder blando global. Sin embargo, incluso con inmensos recursos financieros, el Príncipe Heredero no puede anular las barreras estructurales que protegen la identidad de propiedad de Barcelona.